ENACOM CERTIFICADOS DE OPERADORES

https://www.enacom.gob.ar/certificados-de-operadores-otorgamiento-certificado-operador-de-telecomunicaciones_t9

VIDEOS CER. OPERADORES
ENACOM * TRAMITES

Inicio

HISTORIA DE LA RADIOAFICION ARGENTINA

Publicado: 27 Agosto 2020

HISTORIA DE LA RADIOAFICION ARGENTINA por Daniel O. Sánchez, LU2DP

Tratar de conocer lo mejor posible los hitos más destacados y algunos de los nombres que sobresalieron en el inicio de la Radioafición Argentina, creo que es casi una obligación para quienes cultivamos este hermoso hobby-ciencia.

Con este criterio trataré de brindar en la presente nota, un panorama general sin profundizar en cada uno de los temas lo cual requeriría mucho más espacio.

Sin dudas la misma comenzó en muy pequeña escala, fundamentalmente con experiencias de laboratorio que se realizaron a fines del siglo XIX y principios del XX.

El eminente físico e ingeniero Teobaldo J. Ricaldoni en su libro «Apuntes de Física», editado en 1898, con texto aprobado por el Ministerio de Instrucción Pública, por Decreto del 28 de Enero del mismo año, detalla en la página 679 el «Telégrafo sin hilos» de Marconi, «utilizando las vibraciones de Hertz». El transmisor era una bobina de inducción o carrete de Ruhmkorff con un explosor o chispero. El receptor, un cohesor que hacía de detector y cerraba un circuito local con una especie de relevador o sounder.

Ricaldoni verificó estas experiencias y hasta perfeccionó el cohesor fabricando uno con limaduras de bismuto, aprovechando su bajo punto de fusión y aspecto cristalino que facilita la producción de contactos imperfectos.

A principios del siglo XX aparecieron los primeros radioaficionados que experimentaban los últimos adelantos de la Física, sus estaciones carecían de señal distintiva oficial -faltaban algunos años todavía para el otorgamiento de las primeras autorizaciones-.

Por ese entonces se denominaban estaciones experimentales y por lo general adoptaban un nombre elegido por si mismos, a veces el de la calle en que se encontraban ubicados.

Mario Pedro Arata (posteriormente LU9AL) a la sazón experimental «Urania» se comunicó en 1907 con Teobaldo Ricaldoni, que estaba en su laboratorio del Colegio Nacional, utilizando ambos, equipos similares de chispa y cohesor, a una distancia de dos cuadras; la comunicación se establecía en base a una serie de rayas y puntos en intervalos de tiempo preestablecidos.

La Armada fue la primera institución argentina en volcarse a las telecomunicaciones sin hilos, en 1898 Ricaldoni construyó una estación radiotelegráfica que emplazó en el taller de Marina de la Dársena Norte, en Buenos Aires.

Con el equipo de Ricaldoni se intercambiaron varios despachos a una distancia de 50 kilómetros: la segunda estación hallábase en el aviso Vigilante.

De los primeros operadores radiotelegrafistas, fueron los hermanos Evers que ya en 1908 comenzaron a estudiar el código Morse. Los comunicados que pudieron hacer para esa época eran muy «locales» a pocos metros, utilizando la famosa bobina de Ruhmkorff y un cohesor rudimentario.

Para la misma época varios colegios hacían experiencias de laboratorio con aparatos de telegrafía sin hilos: el Colegio San José de la calle Azcuénaga 164, de los hermanos Bayoeses, que instalaron una antena en el mirador con la que realizó experiencias el Reverendo Padre Lamane, profesor de física. El colegio Del Salvador también tuvo su estación a cargo del padre Senra, que usó el campanario para fijar un extremo de la antena.

Entre estos pioneros de la técnica radioeléctrica figura el Ing. Teodoro Bellocq, que aplicando a la vida diaria sus conocimientos de radio instaló una estación completa en su casa de la Capital Federal, para comunicarse con su casa de fin de semana ubicada en San Isidro.

El Ing. Bellocq, respetuoso de las leyes y reglamentaciones que por aquel entonces regían las comunicaciones inalámbricas, (llamadas telegrafía sin hilos), solicitó autorización pertinente al Gobierno Nacional, el que el 15 de Octubre de 1913 expidió el siguiente decreto:

«El Vicepresidente de la Nación Argentina – DECRETA:

Art. 1º -Autorízase a D. Teodoro M. Bellocq, para establecer dos estaciones corresponsales de radiotelegrafía, compuesta cada una de aparatos transmisores y receptores y sus correspondientes antenas, con las siguientes características; bobina de inducción de 15 mm de chispa; montaje de ondín; alcance máximo de 50 Km; longitud de onda 150 m; energía máxima empleada 300 watts; recepción por inducción por detectores electrolíticos y a cristales. Art. 2º -Concédese esta autorización por el término de seis meses, con la condición que el uso de la misma no perturbará el funcionamiento de las estaciones de servicio público y sin perjuicio de la inspección oficial de los ensayos, cada vez que se juzgue oportuno.

Art. 3º -Las estaciones de referencia se instalarán en esta Capital, Boulevard Callao Nº 1600 y en San Isidro, Quinta conocida con el nombre de «Valparaíso»; si para ello se contase con el correspondiente permiso de los propietarios de dichos inmuebles.

Art. 4º -Comuníquese por nota a los Ministerios de Guerra y Marina, publíquese, dése al Registro Nacional, repónganse los sellos y archívese. PLAZA Indalecio Gómez».

El artículo 4º parecía señalar un exceso de precaución con respecto a la defensa nacional, ya que se daba intervención por nota a los ministerios de Guerra y Marina.

Sin embargo, resultó justificada, ya que pocos meses después de expedido este decreto, se declaraba la primera guerra mundial.

Recién después de la finalización de la misma, puede decirse que comienza la radiotelefonía de aficionados en la Argentina. Hasta entonces los transmisores eran de ondas amortiguadas cuya naturaleza no permitía la modulación. Para esto era imprescindible que la onda portadora fuera de amplitud constante, es decir sin decremento.

Los aparatos disponibles entonces producían una onda en base a una descarga y no permitían efectuar transmisiones radiotelefónicas. Las empresas comerciales de la época ensayaron en primer lugar con alternadores de elevada frecuencia como el de Tesla y Feseden. Otro grupo de investigadores encabezados por Duddel y Pulsen llegaron a obtener oscilaciones de alta frecuencia de amplitud constante utilizando las propiedades del arco de carbón, que ardía en una atmósfera de hidrógeno, usando para este fin alcohol que se dejaba caer por gotas en una cámara en la que debido a la elevada corriente en el arco, disminuída la temperatura, se volatilizaba.

El circuito transmisor con lámpara de arco constaba simplemente de un condensador y una bobina conectada en serie y que a su vez se colocaban en paralelo con el arco. El principio de funcionamiento se basaba en que al aumentar la corriente en el arco, disminuía la tensión en los terminales del mismo, permitiendo la carga y descarga del condensador mencionado, que combinada con la inductancia serie, mantenía el arco y producía la descarga oscilante de alta frecuencia conforme a los valores LC del circuito.

Era fácil entonces acoplar a la inductancia una bobina de antena para transferir esta energía al espacio. La modulación se lograba colocando un micrófono de carbón en serie con la antena o la toma de tierra. Se modula entonces variando la resistencia del circuito igual que un micrófono común en una línea telefónica, aunque por supuesto con otra clase de corriente.

En esta primera etapa de la Radioafición Argentina con ondas amortiguadas se destacaron entre otros los hermanos Evers, Federico Arlía y Juan Manuel Arechavala. Este último ya transmitía en 1916 en radiotelefonía por medio de chispa de alta frecuencia, llegando a comunicarse con La Plata.

La segunda etapa comienza con el advenimiento de la válvula termoiónica, inventada por el Dr. Lee de Forest en los EE.UU. y que Arechavala ya empleaba desde 1917. Para esa época actuaban varios Radioaficionados entre los cuales se recuerda a Martínez Seeber, Arlía, hermanos Evers, Arévalo, Gómez, Aguirre, Mujica, Romero, Guerrico, etc., con licencias concedidas por el Ministerio de Marina que en aquel entonces ejercía el contralor de las comunicaciones radiotelegráficas.

El 21 de Octubre de 1921 se reunió un calificado grupo de Radioaficionados que en Asamblea realizada en el salón de actos del Diario La Prensa, fundaron el Radio Club Argentino, institución decana de la Radioafición Argentina.

Bibliografía:

Historia de las Comunicaciones Argentinas, Fundación Standard Electric Argentina

Historia de la Radioafición Argentina, por Augusto E. Osorio, LU2AO

Inicio

HISTORIA DE LA RADIOAFICION ARGENTINA

Publicado: 27 Agosto 2020

HISTORIA DE LA RADIOAFICION ARGENTINA por Daniel O. Sánchez, LU2DP

Tratar de conocer lo mejor posible los hitos más destacados y algunos de los nombres que sobresalieron en el inicio de la Radioafición Argentina, creo que es casi una obligación para quienes cultivamos este hermoso hobby-ciencia.

Con este criterio trataré de brindar en la presente nota, un panorama general sin profundizar en cada uno de los temas lo cual requeriría mucho más espacio.

Sin dudas la misma comenzó en muy pequeña escala, fundamentalmente con experiencias de laboratorio que se realizaron a fines del siglo XIX y principios del XX.

El eminente físico e ingeniero Teobaldo J. Ricaldoni en su libro «Apuntes de Física», editado en 1898, con texto aprobado por el Ministerio de Instrucción Pública, por Decreto del 28 de Enero del mismo año, detalla en la página 679 el «Telégrafo sin hilos» de Marconi, «utilizando las vibraciones de Hertz». El transmisor era una bobina de inducción o carrete de Ruhmkorff con un explosor o chispero. El receptor, un cohesor que hacía de detector y cerraba un circuito local con una especie de relevador o sounder.

Ricaldoni verificó estas experiencias y hasta perfeccionó el cohesor fabricando uno con limaduras de bismuto, aprovechando su bajo punto de fusión y aspecto cristalino que facilita la producción de contactos imperfectos.

A principios del siglo XX aparecieron los primeros radioaficionados que experimentaban los últimos adelantos de la Física, sus estaciones carecían de señal distintiva oficial -faltaban algunos años todavía para el otorgamiento de las primeras autorizaciones-.

Por ese entonces se denominaban estaciones experimentales y por lo general adoptaban un nombre elegido por si mismos, a veces el de la calle en que se encontraban ubicados.

Mario Pedro Arata (posteriormente LU9AL) a la sazón experimental «Urania» se comunicó en 1907 con Teobaldo Ricaldoni, que estaba en su laboratorio del Colegio Nacional, utilizando ambos, equipos similares de chispa y cohesor, a una distancia de dos cuadras; la comunicación se establecía en base a una serie de rayas y puntos en intervalos de tiempo preestablecidos.

La Armada fue la primera institución argentina en volcarse a las telecomunicaciones sin hilos, en 1898 Ricaldoni construyó una estación radiotelegráfica que emplazó en el taller de Marina de la Dársena Norte, en Buenos Aires.

Con el equipo de Ricaldoni se intercambiaron varios despachos a una distancia de 50 kilómetros: la segunda estación hallábase en el aviso Vigilante.

De los primeros operadores radiotelegrafistas, fueron los hermanos Evers que ya en 1908 comenzaron a estudiar el código Morse. Los comunicados que pudieron hacer para esa época eran muy «locales» a pocos metros, utilizando la famosa bobina de Ruhmkorff y un cohesor rudimentario.

Para la misma época varios colegios hacían experiencias de laboratorio con aparatos de telegrafía sin hilos: el Colegio San José de la calle Azcuénaga 164, de los hermanos Bayoeses, que instalaron una antena en el mirador con la que realizó experiencias el Reverendo Padre Lamane, profesor de física. El colegio Del Salvador también tuvo su estación a cargo del padre Senra, que usó el campanario para fijar un extremo de la antena.

Entre estos pioneros de la técnica radioeléctrica figura el Ing. Teodoro Bellocq, que aplicando a la vida diaria sus conocimientos de radio instaló una estación completa en su casa de la Capital Federal, para comunicarse con su casa de fin de semana ubicada en San Isidro.

El Ing. Bellocq, respetuoso de las leyes y reglamentaciones que por aquel entonces regían las comunicaciones inalámbricas, (llamadas telegrafía sin hilos), solicitó autorización pertinente al Gobierno Nacional, el que el 15 de Octubre de 1913 expidió el siguiente decreto:

«El Vicepresidente de la Nación Argentina – DECRETA:

Art. 1º -Autorízase a D. Teodoro M. Bellocq, para establecer dos estaciones corresponsales de radiotelegrafía, compuesta cada una de aparatos transmisores y receptores y sus correspondientes antenas, con las siguientes características; bobina de inducción de 15 mm de chispa; montaje de ondín; alcance máximo de 50 Km; longitud de onda 150 m; energía máxima empleada 300 watts; recepción por inducción por detectores electrolíticos y a cristales. Art. 2º -Concédese esta autorización por el término de seis meses, con la condición que el uso de la misma no perturbará el funcionamiento de las estaciones de servicio público y sin perjuicio de la inspección oficial de los ensayos, cada vez que se juzgue oportuno.

Art. 3º -Las estaciones de referencia se instalarán en esta Capital, Boulevard Callao Nº 1600 y en San Isidro, Quinta conocida con el nombre de «Valparaíso»; si para ello se contase con el correspondiente permiso de los propietarios de dichos inmuebles.

Art. 4º -Comuníquese por nota a los Ministerios de Guerra y Marina, publíquese, dése al Registro Nacional, repónganse los sellos y archívese. PLAZA Indalecio Gómez».

El artículo 4º parecía señalar un exceso de precaución con respecto a la defensa nacional, ya que se daba intervención por nota a los ministerios de Guerra y Marina.

Sin embargo, resultó justificada, ya que pocos meses después de expedido este decreto, se declaraba la primera guerra mundial.

Recién después de la finalización de la misma, puede decirse que comienza la radiotelefonía de aficionados en la Argentina. Hasta entonces los transmisores eran de ondas amortiguadas cuya naturaleza no permitía la modulación. Para esto era imprescindible que la onda portadora fuera de amplitud constante, es decir sin decremento.

Los aparatos disponibles entonces producían una onda en base a una descarga y no permitían efectuar transmisiones radiotelefónicas. Las empresas comerciales de la época ensayaron en primer lugar con alternadores de elevada frecuencia como el de Tesla y Feseden. Otro grupo de investigadores encabezados por Duddel y Pulsen llegaron a obtener oscilaciones de alta frecuencia de amplitud constante utilizando las propiedades del arco de carbón, que ardía en una atmósfera de hidrógeno, usando para este fin alcohol que se dejaba caer por gotas en una cámara en la que debido a la elevada corriente en el arco, disminuída la temperatura, se volatilizaba.

El circuito transmisor con lámpara de arco constaba simplemente de un condensador y una bobina conectada en serie y que a su vez se colocaban en paralelo con el arco. El principio de funcionamiento se basaba en que al aumentar la corriente en el arco, disminuía la tensión en los terminales del mismo, permitiendo la carga y descarga del condensador mencionado, que combinada con la inductancia serie, mantenía el arco y producía la descarga oscilante de alta frecuencia conforme a los valores LC del circuito.

Era fácil entonces acoplar a la inductancia una bobina de antena para transferir esta energía al espacio. La modulación se lograba colocando un micrófono de carbón en serie con la antena o la toma de tierra. Se modula entonces variando la resistencia del circuito igual que un micrófono común en una línea telefónica, aunque por supuesto con otra clase de corriente.

En esta primera etapa de la Radioafición Argentina con ondas amortiguadas se destacaron entre otros los hermanos Evers, Federico Arlía y Juan Manuel Arechavala. Este último ya transmitía en 1916 en radiotelefonía por medio de chispa de alta frecuencia, llegando a comunicarse con La Plata.

La segunda etapa comienza con el advenimiento de la válvula termoiónica, inventada por el Dr. Lee de Forest en los EE.UU. y que Arechavala ya empleaba desde 1917. Para esa época actuaban varios Radioaficionados entre los cuales se recuerda a Martínez Seeber, Arlía, hermanos Evers, Arévalo, Gómez, Aguirre, Mujica, Romero, Guerrico, etc., con licencias concedidas por el Ministerio de Marina que en aquel entonces ejercía el contralor de las comunicaciones radiotelegráficas.

El 21 de Octubre de 1921 se reunió un calificado grupo de Radioaficionados que en Asamblea realizada en el salón de actos del Diario La Prensa, fundaron el Radio Club Argentino, institución decana de la Radioafición Argentina.

Bibliografía:

Historia de las Comunicaciones Argentinas, Fundación Standard Electric Argentina

Historia de la Radioafición Argentina, por Augusto E. Osorio, LU2AO

Radio Club Ushuaia